jueves, 23 de agosto de 2012

Los niños con los niños y las niñas con las niñas es segregación

La separación por sexos en la escuela no puede justificarse en modo alguno por criterios pedagógicos y por tanto no puede considerarse de otra forma que segregación. Esta obviedad ha convivido hasta ahora con la aberrante subvención con fondos públicos de centros educativos que practicaban esta discriminación.

Y es que hay una parte de la sociedad española que se ha quedado atascada en los años 40 del siglo pasado. Una época que añoran pese a no haberla vivido en muchos casos, en la que reinaba la "seguridad" frente a la "incertidumbre" actual. Unos tiempos en los que no tendrías que preocuparte de opiniones políticas o de creencias religiosas siempre que opinaras y creyeras como Dios manda. Y de lo que Dios mandaba te mantenía puntualmente informado tanto el poder político como el religioso.

Esta continua mirada atrás es una actitud profundamente medrosa y cobarde que deriva fácilmente en posiciones antidemocráticas y de difícil encaje en la sociedad actual, pero no duda en utilizar los mecanismos del Estado de Derecho para hacer valer sus tesis o incluso imponerlas a la mayoría si tienen ocasión.

En esa añorada época reinaba la segregación a todos los niveles en la escuela, no sólo sexual, sino también económica. Recordemos por ejemplo los uniformes de distinto color para los alumnos "de pago" y para los becarios.

La subvención con fondos públicos de las subvenciones a la enseñanza segregada por sexos se ha mantenido hasta que ahora, por fin el Tribunal Supremo ha tenido a bien reconocer su ilegalidad

Como era de esperar, el inefable defensor de la ideología integrista Wert, cual muñeco de ventrílocuo, no ha tardado en salir en defensa de la discriminación sexualen los colegios aferrándose a la Convención de la Unesco relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza de 1960.

De la misma manera que en otras muchas ocasiones el ministro Wert lo único que ha conseguido es mostrar que esa Convención lo que necesita es una urgente revisión.

domingo, 12 de agosto de 2012

Requiem por la Educación para la Ciudadanía


Los sectores más integristas del conservadurismo católico, entre los que representa un papel destacado la Conferencia Episcopal española, se han apuntado un tanto con la desaparición de la asignatura Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos de los centros educativos españoles.

No ha sido suficiente que el propio Tribunal Supremo afirmara que no había motivo para la objeción a la asignatura. Finalmente, la campaña orquestada por estos integristas, que no han dudado en utilizar mentiras, difamaciones y manipulaciones para atacarla, ha dado sus frutos ya que el gobierno actual es más sensible a las opiniones extremadamente minoritarias de estos sectores que a las de la mayoría.

No hay que olvidar que el ministro Wert ya usó citas falsas para justificar la eliminación de la asignatura puesto que “adoctrinaba” y ahora propone su sustitución por otra denominada Educación Cívica y Constitucional, que además sólo se impartiría en Educación Secundaria.

El cambio de denominación no debe hacer pensar que la materia anterior no fuera ni “cívica” ni “constitucional”. Lo que sí es cierto que se han suprimido los contenidos que podían haber molestado a estos sectores minoritarios, a pesar de ser ampliamente aceptados e incluso defendidos por la mayoría.

Es obvio que el integrismo católico no podía tolerar “la valoración crítica de la división social y sexual del trabajo y de los prejuicios sociales racistas, xenófobos, antisemitas, sexistas y homófobos”. También debe opinar que lleva a la disolución moral “el rechazo de las discriminaciones provocadas por las desigualdades personales, económicas o sociales” al tiempo que considera intolerable reflexionar sobre “la falta de acceso a la educación como fuente de pobreza”.

Sin embargo, aunque postule el papel “de la iniciativa económica privada en la generación de la riqueza y el fomento del espíritu emprendedor”, este cambio  no resulta suficiente, al parecer, y el integrismo católico también considera adoctrinamiento la Educación Cívica y Constitucional por lo que piden también su supresión.

En realidad, esta falsa polémica muestra lo que por otra parte era evidente. Determinados sectores, muy minoritarios pero próximos al partido en el gobierno, no han asimilado aún la Constitución de 1978 y abominan de lo que representa. Y no van a dudar en imponer sus propios criterios morales al conjunto de la ciudadanía. Si nos dejamos.